lunes, 19 de marzo de 2012

En mi cuarto oscuro, sombrío, sombras que agudizan mis temores y exteriorizan mis sentido. Tu piel junto a la mía, plácida, nívea. Tus ojos miran los míos, apacibles, serenos sin expresión alguna, perdidos en el vacío de las nimiedades que me perjudican, que me azotan, en las sombras que exteriorizan mis temores. Tus ojos exorcizan mis sentimientos, calman mi sed; a la vez tus ojos me amilanan. Tus ojos tan inexpresivos como los míos reflejan la luna grande, en todo su esplendor y llenura, posando su luz sobre los pastos verdes, sobre mi cuarto nuestro cuarto, sobre ti, sobre mi. Por un momento estabas impávida, de una quietud sepulcral. Me miras de nuevo esta vez con los ojos expresivos, llenos de vida, tus ojos grandes como dos luceros se posan sobre mi cuerpo como la luz de la luna. Tu mirada se aleja de mi y así no más te vas sin decir una palabra, pero con todo dicho. No es necesario que digas nada, tus ojos hablan por ti. Gracias por la noche más maravillosa y hasta que el destino nos vuelva a unir...